A veces suelen confundirlos con los Granaderos o con los Artilleros de Iriarte, las otras dos unidades históricas del Ejército Argentino. De las guardias en el Cabildo al entrenamiento castrense: ¿de qué se trata ser un Patricio en el 2019?
Por Patricia Fernández Mainardi.
Llevan en sus cabezas una galera con pluma y sus hazañas se remontan a 1806, cuando la ciudad –aún en la órbita de la corona española– debió enfrentarse y defenderse de los ingleses. Hoy el Regimiento, que el domingo 15 de septiembre celebró su 213º aniversario, desarrolla tareas características del Arma de Infantería en tiempos de paz. Más allá de las misiones operacionales, la Unidad es escolta y seguridad del jefe de la Fuerza, proporciona una guardia al Cabildo y realiza diversas actividades vinculadas al ceremonial del Ejército y del Gobierno de la Ciudad.
DEF recorrió los históricos cuarteles de Palermo. Allí, seguimos a lo largo de una jornada al teniente primero Sebastián Graff para conocer cómo se convirtió en Patricio y cuáles son las tareas que desempeña normalmente. "Vengo de una familia militar. Nací entre uniformes y vehículos militares; yendo a los cuarteles para acompañar a mi papá. Me gustaba ver cómo se saludaban entre ellos y desfilaban", explica este joven de 29 años, nacido en Córdoba y criado a lo largo y ancho del país, según el destino que le dieran a su padre.
Sebastián es jefe de Sección en la Compañía de Infantería C "25 de Mayo". Una jornada normal en su vida comienza a las 05:30. Viaja en tren desde San Miguel, localidad bonaerense donde vive, para llegar a tiempo al Regimiento. Una vez en la histórica unidad, se dirige al Casino de Oficiales (algo así como un alojamiento con espacios comunes destinado al personal que trabaja en los distintos elementos de la Fuerza) para desayunar con sus compañeros de trabajo.
La puntualidad y la rutina militar se hicieron carne en Graff desde pequeño. Uno de los destinos en que le tocó vivir fue en la localidad santacruceña de Rospentek. Allí, a 240 km de Río Gallegos, tiene asiento el Regimiento de Infantería 35. Graff entraba a su adolescencia y comenzaba a descubrir su vocación e interés por el ambiente castrense: "Me atraía la disciplina. En Rospentek solo estaba el cuartel, entonces yo pasaba mucho tiempo en contacto con los militares. Ellos me transmitían su experiencia. Después, nos mudamos a Mendoza y pedí terminar el secundario en el Liceo Militar". Cuando egresó, su papá le dijo que podía hacer lo que quisiera mientras estudiara algo. "Yo quería ser parte del Ejército. Si bien me gustaba estar con mi familia, más me gustaba la rutina militar. Por ejemplo, levantarme con el toque de diana", explica el joven Patricio que, tras tomar esa decisión, se instaló en Buenos Aires para estudiar en el Colegio Militar de la Nación.
El Ejército Argentino está integrado por efectivos que provienen de distintos puntos del país, incluso de los más lejanos. Un verdadero desafío, no solo porque abandonan las ciudades que los vieron crecer, sino porque también deben sobreponerse y superar rápidamente cualquier obstáculo que surja para cumplir con las exigencias académicas y físicas de la vida castrense. Graff no fue la excepción. "Ir a Buenos Aires fue un golpe duro. Yo estaba decidido, sabía que me iba a egresar del Colegio Militar. Durante el primer año tuve miedo de no cumplir con los objetivos, pero de a poco lo fui superando. Me sirvió para madurar: yo era muy tímido. En el Ejército aprendí a expresarme, a hablar, a guiar y a liderar a otras personas", dice. Tras cuatro años de estudio, Graff y sus compañeros de promoción se graduaron como subtenientes con el título de licenciado en Conducción y Gestión Operativa.
Una vez finalizado el desayuno, el personal del Regimiento tiene presentación a las 07:30. Evaluadas las novedades del día, todo el personal de este Elemento se dirige a la Sala de Armas para retirar armamento y participar de la formación. Con la presencia de la totalidad de los efectivos del Regimiento, todos los días de la semana a las 8:00 en punto se realiza el izamiento de la Bandera Nacional.
Orgullo de pertenecer
La historia y la fama preceden a esta unidad creada por Cornelio Saavedra. Los Patricios no solo no se doblegaron ante las presiones extranjeras, sino que participaron activamente de la construcción del país. "A mis amigos les digo que estoy destinado en la unidad más antigua del Ejército y que sirvió de base al Ejército y a la Patria. Fue la responsable de expulsar a los ingleses y hoy es una unidad de combate con más de 200 años de historia", relata Graff, orgulloso de pertenecer a Patricios.
Luego de los días de mayo de 1810, y ya con Belgrano a la cabeza de la unidad, los Patricios fueron los primeros en jurar fidelidad a la bandera en las costas del Paraná. Luego, se sumaron al Ejército del Norte para luchar en las primeras batallas por la independencia. Más tarde, en 1845, los Patricios se enfrentaron por segunda vez a los ingleses en Vuelta de Obligado. Además, participaron de la Campaña contra el entonces Imperio de Brasil, de las Campañas al Desierto y de la Guerra de la Triple Alianza. En esta última tuvieron una participación admirable en Curupaytí.
Poco más de un siglo después los Patricios debieron volver a las armas. Tras desatarse la Guerra de Malvinas en 1982, enviaron una compañía al archipiélago. Por tercera y última vez, se enfrentaron a los ingleses. "Malvinas nos toca en el corazón a todos. Como militar, uno tiene la obligación de saber qué pasó, para que sirva de experiencia. Se habla de valentía y de coraje, valores que creo que a la Argentina nunca le van a faltar. A pesar de haber nacido en 1989, a mí me llega al corazón. Así como otros se sacan una foto con una personalidad de la televisión, para nosotros los famosos son los veteranos de Malvinas", destaca Graff.
Cuando termina la formación en la Plaza de Armas, todos los efectivos de la unidad tienen instrucción de orden cerrado y práctica de desfile. Los Patricios son modelo de marcialidad, energía y precisión en las ceremonias para todas las unidades del Ejército. Luego, le dedican parte del tiempo a la instrucción.
La carrera militar es apasionante, no solo por las oportunidades profesionales y desafíos educativos que tienen los efectivos, sino también porque les da la oportunidad de conocer y servir a la Patria desde distintos puntos del país. "Yo egresé del Colegio Militar en 2011, hice un curso con mi promoción en la Escuela de Infantería. Luego fui destinado al Regimiento de Infantería 11 en la localidad mendocina de Tupungato. También fui a Haití. Más tarde, entre el 2016 y el 2017, fui instructor en la Escuela de Suboficiales ´Sargento Cabral´, en Campo de Mayo", rememora. Durante su paso por este Instituto, Graff realizó el curso de Jefe de Compañía del que salió segundo y por esto, fue seleccionado para capacitarse haciendo un curso de características similares en EE.UU. "Tener la posibilidad de capacitarme como Comandante de Compañía y de Plana Mayor, como lo llaman allá, es importante porque considero que el de EE.UU. es el mejor ejército del mundo. Tienen otros medios y, además, voy a estar con tenientes primeros que tienen dos o tres despliegues en Afganistán o Irak: tengo que absorber todo ese conocimiento", confiesa.
La rutina en el cuartel continúa. Entre las 12:00 y las 13:30 el personal tiene adiestramiento físico. Finalizada esta actividad, los militares comparten el almuerzo y, a las 15:00 todo el Regimiento retoma la rutina. En el caso de Graff, él regresa a su oficina para planificar la siguiente instrucción. Las actividades finalizan a las 18:00. "Tengo otra hora y media de viaje. A las 22:00 me voy a dormir para empezar de nuevo al día siguiente, a las 05:30. Uno sabe el horario en el que entra al Regimiento, pero no sabe a qué hora sale", describe. Y cierra: "Me gusta estar en Patricios. Con más de 200 años de historia, nuestro Regimiento puede hacer un aporte muy importante, a la transmisión de lo que fuimos, somos y de lo que siempre vamos a ser: los hombres de armas de nuestra Patria".