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Expedición al Polo Norte: una hazaña para alertar sobre el cambio climático
2016-04-03

La primera travesía argentina al Polo Norte partirá pasado mañana de la base rusa de Barneo y recorrerá 120 kilómetros sobre el casquete polar



La primera travesía argentina al Polo Norte partirá pasado mañana de la base rusa de Barneo y recorrerá 120 kilómetros sobre el casquete polar

El equipo ensaya el acampe sobre el hielo de Longyearbyen, en el archipiélago de Svalbard
El equipo ensaya el acampe sobre el hielo de Longyearbyen, en el archipiélago de Svalbard. Foto: Gentileza Tommy Heinrich

Desde que arribaron a Longyearbyen cinco días atrás -su última "base" de adiestramiento en el archipiélago noruego de Svalbard, situada a 1100 kilómetros de su objetivo-, nueve argentinos se aclimatan al frío ártico, practican maniobras de rescate en el hielo y ensayan otras de alto riesgo sobre grietas y ríos congelados para avanzar en su asalto final: conquistar el Polo Norte geográfico, hacer flamear fugazmente la bandera argentina y blandir, en un gesto simbólico hacia el cielo, la encíclica papal Laudato Si', para concientizar sobre el derretimiento de los polos por el cambio climático.

Al llegar al punto más boreal del globo, el grupo se propone llamar la atención sobre esa urgencia medioambiental como una de las amenazas que determinan la "seguridad humana". Este último concepto, acuñado por la ONU, que incluye de manera enfática los efectos sobre el hábitat como parte gravitante en la integridad de los individuos, es el eje de acción de la Fundación Criteria, la ONG impulsora de la gesta polar.

En poco más de 48 horas, la primera expedición argentina al Polo Norte (PEPN) emprenderá sobre esquíes, empujando trineos y con temperaturas de -25°C, una travesía de 120 kilómetros por el casquete polar, hasta alcanzar la latitud de 90°00''N. Se trata de la primera misión de carácter nacional, luego de que el 10 de abril de 2013 otro argentino, el andinista Juan Benegas, completó la misma hazaña en siete días junto a cinco expedicionarios rusos.

Pasado mañana, ocho de los nueve expedicionarios partirán cerca del mediodía desde Barneo, la estación rusa transitoria, montada durante dos meses sobre la masa polar derivante, a dos grados del Polo Norte y administrada por el Instituto Ártico-Antártico ruso.

El noveno expedicionario permanecerá en Barneo para servir de enlace y coordinar eventuales salvatajes. Unir los 120 kilómetros de travesía "buscando en el terreno la ruta más directa y segura" les demandará entre una semana y 10 días de caminata y acampe polar, en la que avanzarán a razón de 10 a 15 kilómetros diarios. Arrastrarán 50 kilos de peso cada uno y cuando el suelo se vuelva líquido, por "ríos o lagunas de mar" los trineos de fibra de vidrio actuarán como canoas y los esquíes, como remos.

Según contaron los expedicionarios a LA NACION antes de emprender la aventura, que partió de Buenos Aires el 28 de marzo pasado, el ritmo de la patrulla está condicionado por el viento y el frío junto al movimiento de las corrientes marinas y la deriva de los hielos, que pueden achicar o alargar las distancias. Puede suceder que un día la masa polar derive hacia el Sur, y que otro día lo haga en sentido opuesto, lo cual vuelve imposible establecer el tiempo de la travesía, explican.

Foto: Infografía Gabriel Podestá
 

Los expedicionarios deberán soportar sensaciones térmicas de hasta -50°C por los vientos blancos, sortear grietas y superficies de hielo inestables y estar alertas ante el acecho de osos polares. Aunque en esas latitudes tan inhóspitas será difícil toparse con ellos, dicen.

El grupo está bien preparado, luego de un año de entrenamiento intensivo, que incluyó desplazamientos por glaciares en el Tronador y en Caviahue. Pero la mayoría está acostumbrada a esas condiciones extremas: todos son experimentados andinistas. Y, en su mayoría, integrantes de las fuerzas con adiestramiento especial del Ejército. Entre ellos, hay tres "antárticos", dos de los cuales llegaron en 2000 al Polo Sur tras recorrer durante dos meses y medio más de 5000 kilómetros en motos de nieve desde una de las 13 bases argentinas, y soportando temperaturas de -70°C. También se sumó a la misión como fotógrafo y documentalista Tommy Heinrich, el primer argentino en hacer cumbre en el Everest, quien atesora más de siete expediciones a los montes del Himalaya y otras cinco cumbres en el Aconcagua.

Pero más allá de la épica extrema y del mensaje ambiental, el grupo colaborará con el Instituto Antártico Argentino (IAA) en la recolección de muestras de agua a cinco metros de profundidad y en la perforación del pack de hielo en diferentes latitudes para que los científicos locales puedan realizar comparaciones entre las condiciones en ambos polos. La misión, que se lleva adelante durante la primavera boreal y está signada por noches blancas (días de 24 horas de luz solar), aprovecha la ventana climática para la transitablidad sobre el océano Glaciar Ártico.

Jefe experimentado

Liderado por el general Víctor Figueroa, quien comandó la segunda expedición argentina que llegó al Polo Sur en 2000, el grupo se completa por los coroneles Gustavo Curti e Ignacio Carro; los tenientes Emiliano Curti y Juan Pablo de la Rúa; el ingeniero Santiago Tito, presidente de la Fundación Criteria y oficial de reserva del Ejército; el suboficial mayor Luis Cataldo, guía polar y responsable de conducir al grupo por suelo seguro en la expedición al Polo Sur, y Heinrich.

"Es un sueño que finalmente se concreta", dice Figueroa, de 59 años, el argentino con mayor experiencia en la Antártida: suma 20 campañas en el continente blanco, cuatro invernadas de un año, y es ex director antártico. "Nuestra idea es que, como hay ciertos lugares en el Ártico que están a la misma latitud de nuestras bases, pensamos llevarle al IAA material nuevo para que los científicos lo comparen", contó Figueroa.

Está previsto que la patrulla emprenda la travesía sobre esquíes durante jornadas de ocho horas, con breves pausas cada una hora y media para beber algo caliente y mantener la energía mediante la ingesta de frutas secos. "Es fundamental no detenernos, para no enfriarnos. Tendremos dos comidas (desayuno y cena) con alimentos liofilizados. El armado de las tres carpas, el derretimiento de agua para consumo y abastecimiento para el día siguiente, junto con la obtención de muestras con unos taladros especiales, insumirán gran parte del tiempo libre", explica Figueroa.

Respecto de los riegos de la expedición, el líder lo pone en estos términos: "Los principales son el frío extremo, que a diferencia del de la Antártida es mucho más húmedo, y un pack de hielo más inestable por efecto de las corrientes: Al ser océano congelado, en ciertos lugares el movimiento de las corrientes puede ir limándolo". Asimismo, hay planes de contingencia ante sucesos que puedan comprometer el desarrollo de la expedición. Para el caso de meteorología extrema con viento blanco y blanqueo -apunta Tito-, se sacrifica la progresión de avance por la seguridad del equipo.

Frente a accidentes sin compromiso de vida se brindan los primeros auxilios o en caso de que uno no pueda desplazarse por sí mismo, se dispone de un trineo como camilla y se continúa con la travesía. Si la situación planteada compromete la vida de uno o más integrantes de la expedición, se dispara un alerta y alarma de emergencia a la base de apoyo y se inicia de inmediato una operación de rescate y evacuación helitransportada.

La ruta hacia el Polo Norte



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