Una cosa es que lo queramos olvidar por la intensidad y complejidad de situaciones y otra muy distinta sería que lo podamos o debamos olvidar. Un año en que a raíz de una pandemia dejó en evidencia a nivel global la potencia y las carencias en Educación. Y en nuestro país, además otra de las brechas de acceso entre quienes tienen y no tienen comunidades de sostén familiar o escolar, acceso a la tecnología, a recursos que complementen o amplíen horizontes . Por supuesto que esto es un eslabón de otras brechas a nivel mundial. Alimentación, acceso al agua potable a un servicio de salud digno, acceso a la información, etc. Sin embargo estas tensiones, no dejaron de poner en evidencia, al mismo tiempo que crisis, algunas oportunidades. En cuanto a niñas, niños y jóvenes adquirieron una valoración de pertenecer a una escuela, a tener rutinas, grupo de pertenencia y un lugar distinto a la casa en donde se aprende con y de otros... ¡¡Llegaron a extrañarla!! También adquirió una dimensión distinta conceptos como la autonomía, la resiliencia, la superación, ya sea por necesidad porque muchos se fueron “quedando solos en casa” o porque las circunstancias pusieron en evidencia que podían. Ahora, para la gran mayoría estar en la escuela es indiscutible. Desearían algunas flexibilizaciones, pero estando. A otros que sintieron descompresión, mejores posibilidades de organizarse, quizás este haya sido el año de aprender a aprender acorde a sus características. En cuanto a las familias descubrieron cómo aprenden sus hijos, de qué son capaces, qué dificultades tienen, cómo les enseñan en su colegio, cuáles son sus tiempos de atención. Y también revalorizaron el rol docente. En cuanto al sistema educativo y los docentes, quedó evidenciado que lo que algunos decimos y trabajamos desde hace años, la innovación debe ser cultura en Educación los cambios y en educación no pueden ser parches o pinceladas. Debemos cambiar concepciones, modos de enseñar y aprender, redefinir conceptos de evaluación, autoridad. Crear ambientes físicos que estimulen el intercambio, la inspiración y el aprendizaje. En cuanto al sistema político administrativo, quedó en evidencia que la falta de autonomía y desarrollo responsable por parte de las regiones, las asociaciones o las instituciones en forma individual, dificultan el mejor desarrollo de acciones equitativas en donde cada quien pueda potenciar sus posibilidades o encarar sus dificultades acompañados por el Estado u otras organizaciones. Las prescripciones únicas o uniformes disuelven la identidad y particularidades de los actores que deben esperar permisos centralizados de quienes desconocen las realidades particulares. En definitiva, las crisis son oportunidades. De aprender, de fortalecerse, de prepararse y pensarse para futuros escenarios conflictivos. Lo esencial es que quienes pudimos sortear el año de pandemia, tendremos que reconfigurarnos. Lidiar con los que nos dejó y o nos atravesó, pero al mismo tiempo capitalizar descubrimientos, experiencias, sumar nuevos referentes que descubrimos, valorar al otro como un ser que puede enseñarme, ayudarme a pensar o acompañarme en el camino. Y cada uno de nosotros, como individuos o miembros de una comunidad pensar y actuar desde la perspectiva del bien común y la construcción de futuro, que es en definitiva la única medicina contra el sálvese quien pueda o el “lo atamos con alambre”. Pensemos cuantas sociedades se han reinventado tras tragedias que parecerían devastadoras e incluso salieron fortalecidas. En este caso hemos vivido una pandemia con consecuencias globales de las que seguiremos encontrando consecuencias en el mediano plazo. Quizás también nos ha traído la posibilidad de mirarnos, cuidarnos y acompañarnos unos a otros, es decir APRENDER a crear una nueva ciudadanía responsable, empática, resiliente y con espíritu de superación. Darío Alvarez klar fundador & Director Integral Red educativa itinere Presidente ejecutivo Asoc Civil HUB educacion & Innovacion